A pesar de que el “aceite de Camelia” en la cocina pueda hacernos pensar que es el último producto ideado por el cocinero Ferrán Adrià, nada más lejos de la realidad.
El aceite de camelia sale de prensar las semillas de la flor de la camelia. Estas flores producen un fruto que contiene entre tres o cuatro semillas, muy parecidas a las avellanas, que prensadas en frío dan entre 500 y 700 c.c. de aceite por kilo.
Este aceite empezó a ser consumido allá por el siglo 600 a.c. por la Dinastía Sui en China. Desde entonces el aceite de camelia ha sido empleado tanto en la gastronomía como en la elaboración de productos medicinales e industriales, aparte de la cosmética, como jabones, champú, etc.
El aceite de de camelia tiene un ligero sabor y aroma a té verde con un tenue toque de fondo a nuez y con un color entre amarillo y verde. Este tipo de aceite es rico en ácidos araquidónico y mirístico.
El primero es un ácido graso esencial poliinsaturado de la serie omega-6 que forma parte de las membranas de las células donde ayuda en la comunicación entre células y es muy abundante en el cerebro. El otro, el ácido mirístico, forma parte de los fosfolípidos y glucolípidos, moléculas que constituyen la bicapa lipídica de todas las membranas celulares.
Aparte, el aceite de camelia es muy pobre en ácidos grasos saturados, de las más bajas dentro de los aceites para el consumo humano, muy por debajo de las del aceite de girasol y de oliva, además de ser rico en vitaminas A, B, D y E y en minerales como el fósforo, zinc, calcio, manganeso y magnesio.
Como ves las características que tiene el aceite de camelia, como sus propiedades químicas, son muy similares a las del aceite de oliva, ¿aunque podemos decir que el aceite de oliva es bueno para combatir el colesterol malo, verdad?
Pues en esto también lo supera. Ya que el aceite de camelia presenta una concentración de ácidos grasos moninsaturados (grasas que son beneficiosas para la salud y disminuyen los niveles del colesterol “malo”), muy superior al que tiene el aceite de oliva.
Todas estas características convierten al aceite de camelia en un producto inmejorable para nuestra cocina. Tanto como aliño en ensaladas, como para dar un nuevo “toque” a nuestros platos.
Además, este aceite tiene un punto de humo más elevado, esto lo convierte en un aceite más sano para cocinar, aparte de que lo podemos reutilizar muchas veces más que el resto de aceites, sin que por ello pierda su sabor ni propiedades.
Como te he comentado este aceite es actualmente en España, más concretamente en Galicia donde el árbol de la camelia florece y luce mejor, están investigando la extracción y uso del aceite de camelia en una plantación promovida por la Estación Fitopatolóxica do Areeiro en Lourizán (Pontevedra).
De esta investigación, que cuenta con el respaldo de la Diputación de Pontevedra, se espera que de dentro de unos diez años pueda haber ya plantaciones y empresas a pleno rendimiento como, por ejemplo, en Italia, y por consiguiente, podamos disfrutar del aceite de camelia 100% español.
Aunque el aceite de camelia te pueda resultar algo “exótico”, su consumo está autorizado y aconsejado por el Centro de Desarrollo de Comida Orgánica de China, el Ministerio de Agricultura de los EEUU y la Fundación Nacional del Corazón Tick de Australia.
Vía: lavozdegalicia.es
Más información: Estudio realizado por Pablo Mansilla Salinero y Carmen Salinero (PDF)
Más información: Estación Fitopatolóxica do Areeiro
Más información: Sociedad Española de la Camelia